por Oscar M. Laudanno y Daniel Finkelstein
Acidez es un término semiológico con el que se designa la existencia de una sensación quemante o ácida en la región epigástrica. Es muy importante que el paciente señale cuál es la zona en la que experimenta ardor o acidez, para no confundirla con la pirosis, que es la sensación quemante referida a la región esternal.
Para el paciente los términos acidez o ardor gástrico tienen el mismo significado, por lo cual los considera como sinónimos. En un tiempo se creyó que el ardor gástrico se debía a la hiperclorhidria, pero al comprobarse la existencia de pacientes con aclorhidria que refieren a veces tanto acidez como ardor gástrico, dicho síntoma perdió valor para orientar hacia una hiperclorhidria.
El síntoma es muy frecuente en pacientes sin patología orgánica que erróneamente son diagnosticados como portadores de gastritis. Lo cierto es que la sensación, en pacientes con gastritis, se presenta cuando hay un episodio de exacerbación aguda, generalmente de causa exógena: aspirina, alimentos, alcohol, cigarrillo, etc. Eliminada la causa, la molestia debe desaparecer en forma automática. La sensación quemante puede tener ritmo, al igual que el dolor epigástrico, en el síndrome ulceroso, donde aparece con el estómago vacío y calma con las ingestas; en estas circunstancias se debe sospechar una úlcera gastroduodenal.
Su presencia es frecuente en sujetos que ingieren medicamentos en forma crónica, como analgésicos no esteroides, corticoides, reserpina, digitálicos, antidepresivos, drogas inmunosupresoras, todos los antituberculosos orales, antidiabéticos orales, azulfídina, antibióticos, etc. Muchos de estos enfermos tomadores de medicamentos tienen como enfermedad de base una gastritis crónica, y en ellos el síntoma aparece durante un brote agudo.
Es frecuente que el paciente portador de una úlcera gástrica o duodenal, además de las epigastralgias, presente ardor epigástrico, generalmente atribuible en la úlcera gástrica a un reflujo duodenogástrico o una gastritis alcalina; en la úlcera duodenal, en cambio, sí es debido a la hiperclorhidria y a la hipersecreción de jugo gástrico. El síntoma también se observa a menudo en los grandes tomadores de mate, generalmente dulce, en quienes el estómago, ante la distensión provocada por el agua, secreta ácido clorhídrico y origina acidez; por otra parte, el tabaco produce hipotonía del esfínter pilórico, con regurgitación biliar, y por ende genera una gastritis alcalina, originando la sensación quemante.
Los grandes tomadores de café experimentan frecuentemente esta molestia, debido a que la cafeína produce hiperclorhidria, y es frecuente que al ingerir bebidas blancas, coñac, whisky, muchos sujetos presenten acidez; ello se debe a que tienen como base una gastritis crónica, donde la acción directa del alcohol sobre una mucosa inflamada provoca la aparición del síntoma. También es muy común que se produzca acidez después de la ingesta de comidas copiosas o compuestas; dicho fenómeno obedece a que existe una mayor secreción de bilis con reflujo duodenogástrico, que a veces se acompaña de eructos con gusto a huevo podrido.
La sensación quemante provocada por la ingesta de pepino, rabanitos, ajo y cebolla se debe a la alcalinidad de estos alimentos, así como a su difícil trituración, lo cual lleva a una mayor producción de ácido por parte del estómago.
Los alimentos picantes, tipo ajíes y pimienta, eventualmente pueden originar el síntoma; pero está demostrado que son citoprotectores de la mucosa gástrica y que su ingestión es beneficiosa. Esto mismo es válido para el alcohol, que a dosis medianas -por ejemplo de 250 ml de vino por comida- manifiesta un similar efecto protector sobre las células de revestimiento del estómago.
Muchos pacientes tienen acidez provocada por una sitofobia que se caracteriza por un temor fóbico a los alimentos ingeridos. Por último, está el paciente con cáncer gástrico, temprano o avanzado, donde el síntoma acidez puede llevar al diagnóstico de esta afección.
Frente a un paciente con acidez se deberán solicitar todos los análisis de rutina y una radiografía seriada esofagogastroduodenal con doble contraste.